El día 22 de marzo fue declarado por las Naciones Unidas como el día mundial del agua con el objetivo de desarrollar acciones en todas partes del mundo para concientizar acerca de la importancia de este recurso vital para la vida humana y la necesidad no solo de preservarla de la contaminación y uso irracional sino también para generar conciencia sobre la necesidad de que todos los seres humanos tengan acceso al agua potable.
Es que el agua dulce es fundamental para la vida ya que este líquido representa entre el 70% u 80 % de la masa corporal de los seres humanos y animales así como también de las plantas y es por eso que sin este recurso vital no podríamos garantizar la existencia de la vida en el planeta, siendo la tierra el único conocido por la humanidad con la presencia de este líquido cuya existencia lo distingue de otros cuerpos celestes del universo.
Si bien la Tierra posee un 70% de su superficie cubierta por agua lo cierto es que de ese total solo un 2,5% es dulce siendo la gran mayoría del agua superficial del planeta salubre que se encuentra en mares y océanos la cual no resulta apta para la agricultura, la industria y el consumo humano. Y de ese pequeño porcentaje, la gran mayoría está inaccesible para el ser humano ya que se encuentra en nieves eternas y en acuíferos subterráneos a grandes profundidades.
La situación de extrema gravedad hídrica en el planeta constituye una crisis socio ambiental por excelencia en el siglo XX, entre otras razones por la falta de acceso a los servicios básicos de agua potable y saneamiento.Según las Naciones Unidas, un ser humano necesita 50 litros diarios para el consumo, la limpieza personal o para la cocina pero se estima que 1200 millones de personas no tienen acceso al agua potable en el mundo y 2400 millones carecen de servicios sanitarios decentes, en la mayoría de los casos, en países pobres que no pueden invertir en infraestructura.
Tal como afirma el ingeniero español Pedro Arrojo, en su libro “El reto ético de la nueva cultura del agua”, la falta de acceso al agua potable genera 10 mil muertes diarias – en su mayoría niños – a causa de la ingesta de agua contaminada mientras que la disponibilidad de agua dulce disminuye no tanto por la falta de agua sino por la elevadísima contaminación del agua que producen 2 millones de toneladas diarias de desechos industriales, vertidos humanos y residuos agrícolas con su carga de fertilizantes y pesticidas poniendo en riesgo la salud de los ecosistemas acuáticos.
Las propias estimaciones de las Naciones Unidas dan cuenta que el aumento de la población año tras aña hará que llegue a 9 mil millones para el 2025 y se calcula -si continúan las tendencias- que unas 4 mil millones de personas no tendrán acceso a agua segura. Actualmente en 80 países que albergan el 40% de la población se padece el llamado stress hídrico dado que la calidad y cantidad del agua es insuficiente.
A su vez, Arrojo sostiene que la crisis de los ecosistemas acuáticos acentúa los problemas del hambre al arruinar formas tradicionales de producción agraria y ganadera basadas en los ciclos fluviales de crecida y a las alteraciones en la cantidad y calidad de los caudales de los ríos como consecuencia de la construcción de presas, sistemas de riego artificial y obras hidráulicas para evitar inundaciones.
Si a ello le sumamos el balance negativo de los procesos de privatización de las empresas públicas de provisión de los servicios de agua y saneamiento, promovidas en el marco de la globalización neoliberal y la lógica del libre mercado junto al Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial de Comercio (OMC), según el autor español se termina de englobar un conjunto de situaciones que ponen en evidencia la crisis hídrica que se vive en el siglo XXI.
Es por eso, que en este nuevo día mundial del agua, resulta fundamental que los diferentes actores involucrados en la gestión de este elemento vital para la vida, reafirmen su compromiso para trabajar en la resolución de los problemas antes descriptos para garantizar en cada país, estado, región o municipio lo que ya han hecho los textos legales de las Naciones Unidas al declarar el acceso al agua dulce como un derecho humano e inalienable de las personas.
Porque el acceso al agua como un derecho humano, no solo es requisito esencial para garantizar el ejercicio de otros derechos como la vida y la salud de las personas sino también el acceso a una alimentación sana y adecuada y el derecho al desarrollo o la inclusión social. En definitiva, creemos que solo poniendo a este tema en la agenda internacional como una de las prioridades de los que toman las decisiones, es que podremos revertir el estado actual de la crisis hídrica que caracteriza al planeta tierra.
Por Jorge Cuello
Abogado y profesor de la UBA / UNSAM
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