Era muy temprano el 7 de agosto de 2014 cuando Rubén, de 14 años, comenzaba su jornada. Por la calle Pancho Sierra, se dirigía a tomar el colectivo para ir a la Escuela Agropecuaria de Gahan.

A mitad de camino, su vida fue truncada por jóvenes de su misma edad, quienes le dispararon. Esa bala no solo terminó con la vida de Rubén, sino que también golpeó a su familia, especialmente a su mamá Liliana, y dejó una marca imborrable en la sociedad.

Esa mañana del 7 de agosto, la calle Pancho Sierra fue testigo de la presencia de policías, fiscales, autoridades y del profundo dolor de una madre que nunca más volvería a abrazar a su hijo.

Todos los medios de Salto, la región y nacionales hablaban de ello: «un chico asesinado cuando iba a la escuela».

 

 

 

 

 

 

 

Sus compañeros de la Escuela Agropecuaria sintieron profundamente el dolor de su pérdida. Los jóvenes, los docentes y la comunidad escolar reaccionaron, con Cacha Colella a la cabeza, conteniendo a los jóvenes con diversas acciones. Las marchas en la plaza y la solidaridad brotaron del corazón de los compañeros de Rubén Ramírez.

Liliana Cabral sigue con su corazón roto, mientras que sus compañeros permanecen unidos. La justicia encontró a los culpables, y Rubén sigue en el recuerdo de todos.

Los 7 de agosto, para Salto, siempre estarán marcados por el dolor y la esperanza de que se trabaje para prevenir adicciones y acompañar a los jóvenes para que tengan una vida sin peligros.

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