Lo restauraron y podría cumplir una gran ilusión. Martín Varrone es coleccionista de autos y fanático de Boca.
Lo encontró abandonado en un galpón y planea un reencuentro con El Diez cuando pase la pandemia.

Su hijo Nicolás, piloto de 19 que triunfa en Inglaterra, quiere probar al legendario auto en las pistas.
La odisea del Fiat 128 que el astro del fútbol Diego Armando Maradona había comprado en el 1982 es sorprendente.

Por el año 2003, el coleccionista de autos y además hincha de Boca, Martín Varrone, viajó hasta la localidad de Salto en Buenos Aires, donde había quedado abandonado el que había sido el primer 0 KM de El Diez.
“Era una época de mi vida en la que se me había dado por comprar autos antiguos y los restauraba”, contó Martín en diálogo con Infobae.

El principio de la historia comenzó cuando un amigo suyo lo sacudió con una leyenda que necesitaba saber si era verdad.
Fue cuando emprendió viaje y encontró al Fiat nada más y nada menos que en un gallinero: «Ahí estaba el 128 Europa, efectivamente arrumbado, con las gallinas arriba. ‘Tengo los papeles’, me dijo el dueño, y me dio una cédula verde vieja”, recordó Varrone.
Si lograba comprobarlo, Varrone, papá de Nicolás, el piloto argentino que hoy brilla en la Fórmula 3 británica, podía sumar a su colección una gema invaluable, más allá de que necesitaba amor.

Hoy, con el automóvil guardado en un garage y el puente tendido con Diego para propiciar el reencuentro, aquel Fiat 128 puede transformarse en la llave para la realización de un gran sueño.
Volviendo al relato, después de ver el auto en el gallinero, Martín necesitaba certezas. “Fui al registro del automotor y pedí los datos por el número de patente. Y el legajo estaba ahí.

El auto estaba a nombre de Diego desde que lo compró 0 kilómetro.

Los trámites los había hecho Jorge Cyterszpiler, que en ese momento era su representante. Y ni lo dudé: me volví a Salto, lo compré y me lo traje”, continuó.
Maradona había comprado en una fecha particular: el 24 de diciembre de 1982, como un autorregalo de Navidad. Lo vendió en 1984, luego de haber sido adquirido por el Barcelona. Ya por el 2003, el estado del rodado claramente no era el óptimo: “Lo restauré todo original; lo hicimos a nuevo. Una vez fui a la casa de Diego en Villa Devoto y me dejaron sacar fotos en la puerta. También en la Bombonera. Lo tengo impecable en la cochera de la casa de mi papá, en Núñez. Creo que desde que lo restauramos le hicimos 200 kilómetros; ni ablandado tiene el motor”, describió Martín.
El objetivo de la familia Varrone es que «Pelusa» pueda reencontrarse con su primer amor. Ya hubo contactos para, una vez que disminuya el impacto de la pandemia de coronavirus, puedan acercarle el auto a Diego hasta su casa en Bella Vista. “Diego sabe que Nico corre y aceptó ponerle la firma en el capot”, asegura Martín, quien le transmitió su pasión por el Xeneize y por los fierros a su hijo de 19 años, que asoma como una de las figuras del automovilismo argentino de cara al futuro.
Fuente: Infobae

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