Ayer a las 10. 30 como ya es tradicional, se coloco una ofrenda floral en el Mausoleo en el cementerio local, con la compañía de algunas personas que lo visitan a agradecer y pedir. Este año acompañado por la Hija de Paulina Casamajo, el director de Cultura Cesar Larroude y el jefe del cementerio.

El «Gaucho Santo de Salto», «El Doctor del agua Fría», «El Resero del Infinito» era un hombre modesto y delgado con barba y cabellos largos y enteramente blancos. Nació en Salto, provincia de Buenos Aires el 21 de abril en 1831, de familia de ricos hacendados. Sus padres fueron Francisco Sierra y Raimunda Ulloa y era el menor de cinco hermanos. Estudió en Buenos Aires, se dice incluso que llegó hasta cuarto año de Medicina y que debió regresar a Salto a la muerte de su madre.

Luego de una decepción sentimental

e instaló en su estancia «El Porvenir», situada en el pueblo de Carabelas, entre Pergamino y Rojas, comenzando una etapa que según sus propias palabras consistía en «servir constantemente a cuantos me necesitaron». Vistiendo trajes anchos, bombacha, camiseta criolla, sombrero de ala ancha, poncho y manta de vicuña; con su rostro blanco, ojos azules y nariz aguileña, se convirtió en protector de desvalidos y manosanta.

Curaba con pocas armas: agua fresca del aljibe, el profundo magnetismo de su voz, su mirada penetrante y, fundamentalmente, la fe de quienes solicitaban su ayuda. Su fama se trasmite de boca en boca y la estancia se llena de carruajes y carretas. Muchos sostienen que se curaron simplemente bebiendo un vaso de agua e invocando su nombre.

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