12:30 horas. El Centro de Monitoreo recibe una llamada de una vecina a través del número 147 Emergencias. La voz preocupada informa sobre un anciano desorientado en la zona de las calles Arredondo y Liniers.
Inmediatamente, el personal de la Patrulla de Monitoreo Urbana Motorizada se moviliza para buscar a la persona. Poco después, en las inmediaciones de Laprida y Moreno, los agentes encuentran al anciano, Antonio, y establecen un diálogo con él. Constatan que presenta alteraciones en tiempo y espacio, una situación que no es nueva para ellos.
Este no es un caso aislado. Antonio ya es conocido por los agentes municipales debido a episodios similares anteriores. Sin embargo, el trato que recibe va más allá de una mera intervención protocolar. La patrulla no solo se limita a asegurar su bienestar en el momento, sino que también busca soluciones a largo plazo para su seguridad y tranquilidad.
Los agentes, en un acto que refleja su compromiso y humanidad, lo trasladan al comercio de su hijo, donde estará seguro y acompañado. Este tipo de intervenciones muestran una faceta poco conocida del trabajo de los agentes de monitoreo: su rol social y comunitario.
Además de garantizar la seguridad de los ciudadanos, estos agentes actúan como una red de apoyo para aquellos que más lo necesitan. Con cada llamada, demuestran que su labor es mucho más que vigilar: es cuidar, ayudar y estar presentes para la comunidad.

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